21 dic 2010

Capítulo 17º: "Conociéndolo"

-¡Jazmine! –la voz de Dave, hizo que el anillo cayera en el cajón. La furia y las lágrimas, se mezclaban, me di la vuelta furiosa.

-¡Otra vez! , Dave ¡¿Por qué?!

-Yo…

-Me dijiste que no tenías novia, Dave. Volviste a mentirme. Y yo fui la idiota que me revolqué en tu cama.

-Jazmine, escúchame. -¡No ya no voy a escucharte más. No vuelvas a hablarme en tu vida!, vas a tener un hijo. DAVE.

-¡Jazmine, por lo que más quiera, escúchame! – se acercó a mí y tomo de las manos. –¡Suéltame! -forcejeé con él. –no quiero escucharte. Suéltame.

-Dijo que la sueltes. –La mano fría de Ojos de Miel, separo la de Dave, de la mía.

-Tú quien eres, para decir que la suelte.

-Él es quien debe cuidarme, no tengo porque explicarte nada. Y sabes ni siquiera quien eres tú después de este tiempo. No te me cruses, nunca más en mi vida.

-baje las escaleras rápido, tan rápido que me tropecé en el tercer escalón, las manos de él, me sostuvo por la cintura. -¿Estás bien?

-Me di la vuelta y lo mire, con los ojos llorando. Lo abrase. –Se que no nos conocemos, pero ¿Puedo pedirte algo? –Lo que quieras. –Sácame de aquí.

-me tomo la mano, y me llevo hacia el auto, ni siquiera sé por qué me tomo la mano, pero no quería entender nada.

Manejo por muchos lugares que no quería saber, levante las piernas, y hundí mi cabeza en ellas, y a la vez escondí mi llanto.

En 20 minutos luego mi teléfono comenzó a sonar, no podía negar a hablar a Sheyla ni a Frank. Atendí el teléfono.

-¿Dónde te metiste?

-Shey, no quiero hablar. Perdona.

-De acuerdo, sabes que yo respeto eso. Pero por lo menos dime por qué lloras.

-Dave. -¿Qué hiso? -Se va a casar y va a tener un hijo. Volvió a engañarme, cuando antes me prometió que no iba a volver a hacerlo. Y yo lo besé en … su cama.

-¿Lo besaste? -No tuvo sentido para mí eso. Era algo que quise desde que lo conocí. Pero para mí no significo nada.

-De acuerdo. Dejo que llores tranquila. Sabes que si necesitas algo, puedes llamarme.

-Está bien. Gracias.

-De nada. Adiós. –me despedí de ella y apague el móvil.

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-Jazmine.

-¿Qué? –note que el auto es frenado. Levante la cabeza y lo mire.

-Hace dese las diez de la mañana que no comes nada. ¿Qué quieres comer?

-Nada. –no tenía nada de hambre, tenía un nudo en el estómago.

-Lo preguntare de nuevo. –dijo sonriendo, tratando de contagiarme esa sonrisa. -¿Qué quieres comer?

-Nada. –Una hamburguesa será.

-No!, detesto las hamburguesas. -¿Qué quieres?

-Te dije, no tengo hambre.

-¿Un muffin y un café? –se acerco a mí, como para convencerme. No sé qué estaba haciendo, pero… me estaba haciendo bien, muy bien.

-De acuerdo. –baje la vista. Se bajo del auto, no pensé que estábamos cerca de un “Starbucks” y me abrió la puerta. Todo un caballero.

-El “Starbucks” estaba con poca gente, algunos trabajando en las mesas y otros en pareja.

-¿Qué quieres? –Lo que quieras, pero algo caliente. –Yo estaba helada, el clima lo era, era demasiado deprimente, el cielo nublado, y apunto de llover.

-Nos sentamos en una mesa que había libre en el rincón. Trataba de no pensar lo que ocurrió hace tres horas. –Quiero conocerte. –dije necesitaba distenderme, y conocerlo, era alguien que me intrigaba demasiado.

-Yo también, quiero conocerte a ti. –me sonrojé. El conocerme a mí, que podría interesarle una chica como yo, a un … hombre como él, tan caballeroso, y que parecía de una familia adinerada, con una educación muy … amplia. –Empieza tú. –Dije, debía analizar las preguntas en mi cabeza. -¿Qué odias más?, sé que te molestara la pregunta, pero me gustaría saberlo.

-Las mentiras y las hamburguesas.

-se me quedo mirándome. –¿Y qué respetas? El secreto o la mentira. Porque uno puede mentir por algún secreto.

-Puedo respetar que mientan por un secreto muy importante. Es preferible que me digan la mentira, pero no el secreto. ¿Tienes que decirme algo?, te veo como … Nervioso –sonreí tomando un poco del chocolate caliente. –Sí. –suspiro. –tengo que decirte algo.

-me quede petrificada en el lugar, deje la taza en el pequeño plato, y subí las piernas en la silla. –Pero, no me preguntes el “por qué”. –De acuerdo. –que me este ocultado algo, no me molestaba porque él si lo asumía y me lo estaba diciendo. –dime.

-Yo … no soy … guardaespaldas.

-¿No? –no me molesto en absoluto, porque si no lo era, aún seguía cuidándome, aún seguía allí.

-Necesitaba estar cerca de ti y cuidarte. –Pero ni siquiera me conocías.

-Es una larga historia, y no puedo decirlo. –Un secreto, es un secreto. Pero gracias.

-¿Gracias?, ¿Por qué? -Porque me dijiste la verdad, y yo … valoro eso.

-Me dedico una sonrisa. -¿Puedo preguntar algo más? –dije.

-Sí, luego es mi turno.

-Solo oí tu nombre una sola vez y ni siquiera sé si es ese tu nombre. –trate de no sonar como una despechada, o una histérica de la mentira.

-Sebastián Nelseen

-hermoso nombre. –Ahora tú. –dije, y volví a tomar un poco de chocolate, me moría de frío. El dolor de la cabeza por el llanto, se aflojo al igual que la hinchazón de los ojos. Mordí un trozo de muffin con chips de chocolates.

-Prefiero que me cuentes tu vida. –¿Mi vida?

-Sí. –No es muy … interesante.

-Para mí lo es, si se trata de ti. –el ardor se me subió a las megillas.

-De acuerdo. Tengo 16, casi 17. Tengo un padre maravilloso, y una madre igual que intento drogarme, -sonreí aunque no era muy gracioso. –Una hermosa hermana, llamada Selena de siete meses … -tome coraje, si bien odiaba las mentiras esto también debía decirle. Él me hacía sentir segura, me hacia confiar en él, por más que no lo conociera tanto. –Tengo … un hermano, llamado Damon, que desde que se fue a los 16 años, por una discusión con mi padre, no volví a verlo, solo sé que ahora trabaja en lo que le gusta que solo mis padres conocen, y a mí no me agrada sacar este asunto a la luz.

Me mude a Vermont, no por voluntad propia. Viví aquí desde pequeña, no recuerdo donde viví antes. Sheyla y Frank, son como mis propios psicólogos. Pase por muchos traumas en mi vida, que no me gusta hablar de ellos, pero Shey y Frank me ayudaron a salir. Me apasiona el baile, pero desde que me mude a Vermont, no bailo.

-Lo mire a los ojos, estaba muy concentrado en mi relato, mirándome con … ¿Dulzura?

-¿Qué?

-Eres muy hermosa. –Oh… por qué tuvo que haber dicho eso. Estaba hirviendo del sonrojo.

-Gracias.

-No hay que agradecer. –se quedo mirándome. – tu historia, es la mitad de lo que tus ojos demuestran.

-Lo mire confundida. –Tus ojos dicen, que eres una persona, segura de sí misma, miedo a los engaños, pura sinceridad.

-Segura de sí misma, no lo creo. ¿No dicen que soy torpe, que tengo dos pies izquierdos, que incluyo personas en mi vida que no son lo que espero?

-No, no lo dicen.

-Deberían decirlo.

-sonrió. -¿Los míos que dicen?

-No sé “leerlos”

-Haz un intento. –Lo mire fijo a los ojos. Y me atreví a decirles unas cosas. –Me dicen: Que eres un caballero, muy educado, que eres una persona con unos ojos preciosos color miel y una persona … muy hermosa. –Ya va! Era imposible quitarme el sonrojo de las mejillas.

-Gracias, mis padres estarán orgullos por lo de “muy educado”. –sonreímos.

-¿Puedo preguntarte algo muy … demasiado atrevido?

-Tú … ¿Tienes novia?

-No. –me sorprende demasiado que un chico tan guapo como él estaba soltero. –Soy el antiguo de la secundaria, el que al ponerse en pareja, no piensan en llevar a la cama a la otra persona. Soy él, que corteja a la mujer, le regala flores, la lleva de paseo. La enamora en simples palabras.

-Ya no existen hombres así. Pareces de otra época.

-Sí. –Hizo una sonrisa como torcida.-

RobSten Again ♥

Capítulo 16: "12.04.2006"

Me desvelaron, tan solo una media hora luego, los pasos de las azafatas. Entreabrí los ojos, y estaba en el pecho de él, rodeada por sus brazos. No me queje en absoluto, me agradaba estar así a pesar de que ni siquiera lo conocía. Volví a cerrar los ojos, y comenzó a acariciarme el cabello.

Me acomode un poco más, pero nunca me solté de él.

-Abrí los ojos. -¿Ya llegamos?

-En dos minutos. –se soltó del abrazo, de la cárcel que eran sus brazos contra su pecho. –Perdón por el atrevimiento, es que … Te veías adolorida contra la ventana.

-sonreí. –No es ningún atrevimiento.

-Tu novio, puede enfadarse. Estamos en el mismo avión, y no quiero causarte ningún problema.

-¿Lo dices por Dave? –me quede sorprendida por lo que acaba de decir, Dave y yo, ¿es en serio?, en el pasado me hubiese encantado, pero cuando corrobore que era un tarado sin remedio. Dejo de gustarme. Asintió con la cabeza.

-No entre Dave y yo no sucede nada. Somos amigos, en realidad, tratamos de salvar esa amistad que hubo antes. Pero no hay nada entre nosotros.

-se quedo mirándome a los ojos, al igual que yo, a los suyos. –Puedo … ¿Volver a donde estaba? –pregunte con una sonrisa, y sonrojada. –Sí. –volvió a rodearme los hombros con sus brazos, atrayendo más a él. –Eres muy linda cuando sonríes. –Algo me hacia cosquillas en el estómago cuando dijo aquello, pensé que era hambre. Cuando me acarició los hombros, las cosquillas se hicieron más intensas. Oh,No! Jazmine, no te enamores. No otra vez. Pensé quien era el que me abrazaba, era la alucinación hecha realidad, la que me provoco, por primera y última vez, hizo que me drogara para quitarla de mi cabeza, y ahora lo tenía a mi lado y … ¿Lo amaba?, Oh Por Dios. Recordé su cumplido, el sonrojo ya estaba hace tiempo en mis mejillas.

-Gracias. –le respondí.

✈✈✈

Bajamos del avión, y Dave se me acerco, acompañándome a buscar mi bolso. Ojos de Miel venía detrás de nosotros. Tomé mi bolso, y al girarme me tope con sus ojos, y su sonrisa, mientras me miraba. Le devolví la misma sonrisa, con un poco de color en mis mejillas.

-Voy a pedir un taxi. –Dave me sacó del transe, y lo mire.

-De acuerdo, ve. –Espérame aquí. –fue hacia afuera del aeropuerto, en busca de un taxi. Mientras que “El guardaespaldas” se acerco. Tomó el bolso quitándome de las manos. -¿De vuelta en tu casa? –Sí. –le respondí con una sonrisa. –tan solo por un día. –Dave, me hiso una seña de que había encontrado un transporte, camine hacia allí, creyendo que él, venía detrás, pero no.

-¿No vienes? –No. –Te lo alcanzo en veinte minutos. –se refirió al bolso, siempre mirándome a los ojos con una sonrisa. No me negué, porque si bien podría llevarlo yo, me gustaría volver a verlo en toda la “estadía” aquí.

-De acuerdo. –me despedí con la mano, y fui al taxi con Dave.

-¿Puedes decirme, por qué esas miraditas, con él?

-Se me ocurrió un contraataque. -¿Puedes decirme, por qué hueles a perfume, costoso, de mujer?

-Por un momento se quedo como congelado en el asiento, con los ojos como plato, me sorprendió a mi también su reacción, pero lo que me sorprendió aún más fue, que no respondió y ni siquiera hablo en todo el trayecto solo se dispuso a ver por la ventanilla.

Cuando llegamos, ya estaban en la puerta Sheyla y Frank, baje corriendo y los abrase. Y hace semanas que no me sentía así de completa.

-Te extrañe demasiado. –me dijeron ambos.

-Creen que yo no. No hubo un día que yo no los llamara.

Entramos a la casa, nos sentamos en el living, y hablamos por cuatro largas horas. De los exámenes pendientes, ya aprobados, de Sheyla. De la familia, de las fiestas, y de muchas cosas que solo nosotros nos entendíamos.

Planeamos quedarnos, a dormir como la última vez. Pero debía resolver algo antes. Subí las escaleras, hacia el cuarto de Dave, lo vi entrar a la casa pero no salir, pero él, ni siquiera estaba allí. Sheyla y Frank, fueron a la casa de mi amiga, a hablar con sus padres, para saber si la dejaban quedarse allí, solo por seguridad. Entre al cuarto de Dave, vació. Este también olía a mujer e iba a averiguar por qué.

Fui hacia al baño, para ver si encontraba allí. Él no estaba, pero si había 4 cajas de … pruebas de embarazo, me acerque a ellas, y las pruebas daban … Positivo.

Estaban en su baño, en su cuarto, en su casa. Dave iba a hacer padre, y yo me revolqué con él, en su cama, y me arrincono contra la pared. Y lo peor dormí en su cama, lo bese miles de beses, en la boca. Y el apunto de tener un hijo. Comencé a entrar en pánico, mareándome, volvió a mentirme, era lo que más me molestaba. Y lo peor me revolqué con él. Me agarré la cabeza, ahora yo era la culpable o la víctima de esto.

-¿Jazmine? –la voz que no era de Dave, me atajo mientras caía mareada.

-¿Ahora qué sucedió? –miro lo que yo estaba mirando. –¿Son tuyos?

-No, por dios, no. Son de Dave, o quien este con él. En cuento lo vea, voy a matarlo. –ya había comenzado a llorar. –Volvió a mentirme. Y él mismo me pidió que volviera a confiar en él. –me di la vuelta y lo abrase, ni siquiera yo sabía lo que hacía, al parecer él tampoco sabía, porque también me abrazo.

-cerré los ojos en su pecho. ·.·. Y una imagen se me había venido a la cabeza, ni siquiera sé porque se me vino esa imagen a la cabeza. Me aparte de él. -¿Qué sucede? –me seque las lágrimas. –Ayúdame. -¿A qué?

-A buscar un anillo. –Un anillo. -¿De casamiento?

-Sí. Estoy segura que aquí hay algo, que me oculto.

-Fui hacia el escritorio, y allí no había nada. Solo había un lugar que podría haber algo. Fui a la pequeña mesa de lado de la cama, abrí el cajón, y sabía que este tenía doble fondo, lo levante y allí estaba, dicho anillo. No deje de llorar un minuto, volvió a mentirme y yo me revolqué en su cama. Tome el anillo y lo leí: “12/04/2006, el día en te conocí. Por siempre tuya. Laura. Dave & Laura por siempre.”


Capítulo 15: "Avión ✈"

Un golpe, me saco de mi sueño. Un golpe de algo blando, no le di importancia. A lo que sí le di importancia, es al olor de perfume fino de mujer en mi cuarto, un perfume que yo no usaba y ni soñaba usarlo, sentí otro golpe y me di la vuelta, sonreí, dirigí mis ojos a quien me despertó.

-¿Qué ... –bostece- haces aquí?

-Despertándote.

-Mire el reloj las siete de la mañana. –Maldita sea Dave, déjame dormir el vuelo sale a las diez. No molestes.

-Son las nueve no las siete, ese reloj está mal. Levántate.

-Si no quieres que los gorilas de la puerta te bajen de un tiro, lárgate. Dentro de un minuto bajo. ¿De acuerdo?

-No, me quedo aquí

-¡Bob! –grite con mi cara hundida en la almohada. La puerta se abrió de golpe. -¿Qué sucede?

-Sácalo de aquí.

-¿A Dave? –Sí, o mátalo, hazle lo que quieras, pero sácalo. Quiero dormir.

-Cuando se largo de allí, me lave la cara y los dientes, me cambie de ropa, tome el bolso y baje.

-¡Al fin! –le hice una mueca de mal gusto. –¿Vamos? –Sí. –me despedí de mis padres, y de Victorio. Noté que ni Bob, ni Ojos de Miel, estaban allí. –Van a ir contigo al aeropuerto. -¿Es necesario? -Sí. –De acuerdo. –Volví a despedirme, de todos y fui al taxi con Dave.

-¿Me extrañaste?

-Un poco. –Clavo sus ojos en mí. -¿En promedio, a quién más: Frank, Sheyla o Yo?

-Sheyla y Frank, cien por ciento. Y a ti un cincuenta.

-No puedo quejarme, algo es algo.

En lo largo del transcurso del taxi, hasta el arribo del avión, estuvimos hablando de todo lo que sucedió desde que me fui. Dejaría la pregunta. ¿Por qué olía a mujer?, para después.

✈✈✈✈✈

✈✈✈✈

-Dave. ¿Por qué mi asiento no está al lado del tuyo?

-Victorio, lo quiso así. Bob, tomo tu asiento, y el … de cabello despeinado…

-Dime, que no tomo el tuyo.

-Sí, estaré dos asientos más adelante tuyo –Pero yo… -Iba a decirle algo, cuando nos mandaron a cada uno a sus asientos. Me senté en el mío y minutos luego, vino Ojos de Miel.

-Hola. –dijo con esa voz acaramelada.

-Hola. –le respondí algo frustrada

Eso fue lo único que se escucho en el avión de parte nuestra, ninguno de los dos decidió entablar una conversación. Había momentos que sentía que me miraba, observe por el rabillo del ojo, y él en realidad me miraba, de la forma más hermosa, y cuando él se distraía (o eso creía yo), lo miraba por un largo tiempo. Cuando me pareció demasiado tiempo observándolo, como si fuera un experimento, un hermoso y perfecto experimento, aparte la vista hacia la ventanilla.

✈✈✈

✈✈

Muy pocas veces había viajado en avión, y no voy a negar que les tenía un poco de miedo, por las películas que miraba mi padre.

Lo peor que me temía estaba sucediendo = turbulencias. No quería tener un ataque de pánico, menos enfrente de él. Ya era tarde, el poco aire de mis pulmones ya se había esfumado, tome su mano, del miedo y del pánico.

-¿Jazmine?

-Me falta … aire. –dije entrecortada por el poco aire.

-¿Tu cartera? –se la alcance con la mano temblorosa. Busco y busco, mientras el avión se movía, hasta que encontró el inhalador. –Abre la boca. –no podía abrirla, tenia los dientes apretados, como si eso hubiese retenido el aire que ya no estaba. –Vamos. –Hice el intento, y despegue mis labios. Del inhalador salió muy poco aire, que llenara mis pulmones.

-No soporto más, me falta el aire. –note como el avión ya estaba estable, sin turbulencias ni movimientos. Pero yo seguía sin respirar.

-Jazmine, necesito que te calmes, ¿De acuerdo?, el inhalador no tiene más.

-asentí con la cabeza, y apoyándome en su hombro, él por su parte, me rodeo los hombros. –Necesito que respires, profundo y luego exhales. –trate de apartar mi desesperación y la sola idea de que nos íbamos a morir allí, podía dejar mi vida en las manos de Ojos de Miel, sin aún conocerlo. Obedecí al pie de la letra, lo que me dijo. Respire profundo y luego solté el aire, mientras escuchaba su voz, mi corazón volvió a su latido normal al igual que mi respiración. Pero no quería irme de su hombro, estaba muy cómoda, como tampoco quería soltar su mano.

-¿Mejor? –su voz me trajo a la realidad. –Sí. Y gracias, a pesar de que ya es tu trabajo. –Lo último lo dije como si se lo hubiera escupido la palabra en el rostro. –Odio ser la que deben cuidar.

-Esa idea ni siquiera se descartaba con un “cuidador” como él. Pero algo que me sorprendió fue que quito el brazo que rodeaba mi hombre y también su mano. No quise darle importancia, pero se sintió feo. Me acurruque contra la ventanilla, perdiéndome en mi música.

✈✈✈✈

Ya era de noche en el avión, todos dormían, incluso Dave, y Bob también pero él sabía que yo lo autorizaba. Quienes no dormían, de los pasajeros, éramos Ojos de Miel y yo.

-Puedes dormir, si quieres.

-No tengo sueño, gracias. –las ojeras debajo de sus ojos, en su tez pálida, demostraban lo contrario a sus palabras.

-Si tú lo dices. –Volví a apoyarme en la ventanilla del avión, mirando la noche, a pesar de que eran las siete, la mayoría de los pasajeros dormían.

-¿Puedo preguntarte algo?

-No me dila vuelta para verle, seguí con la vista fuera de la ventanilla. –Dime

-¿Por qué llorabas en tu cuarto esa mañana y a la vez tarde? –sonrió por la forma en que lo dijo, pude imaginarme sin darme la vuelta, lo perfecta que era su sonrisa.

-Extrañaba. -¿A quién?, si quieres decirme. Por supuesto. –No me gusta nombrarlo. Perdona.

-Está bien. Lo siento. –bostecé ya comenzaba a tener sueño. –No tienes porque disculparte. –Comencé a cerrar los ojos. Cuando por fin los cerré, sentí algo extraño en mi mano, como movimientos circulares, no los abrí porque ya sabía que era, Ojos de Miel, me tomo de mi mano y con su dedo pulgar, haciendo círculos en mi palma. No me queje, me agradaba su contacto, eran como descargas eléctricas en mi cuerpo, cuando me tocaba. Deje de pensar, y deje que mi corazón se calmase por aquellas descargas, y termine de dormirme.


RobSten ♥

Capítulo 14: "Ojos de Miel"

-abrí los ojos lentamente, pero me sentía igual de mal, desde la vez que me desmaye, con él allí. -¿Jazmine. Cómo te sientes? –pregunto él.

-Igual, como cuando me desmaye. –en el cuarto, sólo estaba él. -¿Los demás? –Duermen, son las tres de la mañana. Siéntate, voy a revisarte.

-¿Por qué tu y no un médico? –Yo soy médico. –¿Médico y Guardaespaldas?, de que cielo caíste.

-De ninguno, ¿Puedes sentarte, de una vez? –obedecí. Pero la revisión se vio interrumpida cuando mis padres entraron. -¿Cómo estas?

-Mal. –comencé a temblar, pero no de frío, sentirme mareada, y temblar con fuerza.

-No, no. Está teniendo convulsiones, necesito, una cuchara, ¡Ya!

Sentí pasos y minuto después, sentí algo frío en mi boca, sobre mi lengua.

-¿Le están dando alguna medicación?

-Anafranil. –dijo mi madre desesperada, y volví a perder el conocimiento.

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-Jaz. –la voz de mi padre. -¿estás despierta?

-Asentí con la cabeza, sin abrir los ojos. -¿Cómo te sientes?

-No lo sé.

-Estuviste inconsciente unos 3 días.

-tres días tirada en una cama, para mí sería un record. -¿Dónde estoy?

-Si abres los ojos, te darás cuenta. –su voz.

-Abrí los ojos, me encontraba en mi cuarto, me topé primero con sus ojos dorados, luego con mi padre, de lado de la cama.

-¿Qué sucedió? –Te estaban medicando, con algo que no es para tu edad, en realidad lo es, pero no es adecuado para niños, es de personas muy frías darle eso a sus hijos.

-Me creen loca, por eso me lo dieron. –soltó un risita. –no te burles es en serio

-Sabes que no lo es. –dijo mi padre.

-Adivino ¿lo hacen por bien?

-Mal que te pese, sí, lo hacemos por tu bien.

-Sí, y termine … inconsciente tres días.

-De acuerdo, no quiero discutir. Descansa, luego vuelvo. –salió del cuarto, y me quede con él, sentado en la mecedora, enfrente de mí. No podía dejar de pensar, si su piel pálida y fría, era tan suave, como se mostraba.

-¿Luego qué sucedió? –Tuviste convulsiones, fiebre, y todos los síntomas de la droga del Anafranil, pero ya sucedió lo peor.

-Gracias, por haberme ido a buscar.

-No hay porque, es mi trabajo. –me dedico una mirada, y se levantó de la mecedora. –Haré mi turno en la puerta.

-Está bien, ¿Puedes decirme la hora? –miro su muñeca. –Las ocho de la mañana. Hasta luego

-Adiós. –Cuando se fue, salí de la cama, tomé una ducha, me cambie de ropa, pero esta vez comencé a sentirme mal, no de enfermedad, sino de tristeza, había comenzado a llorar, sentada en la punta de la cama. Unas horas luego tocaron a la puerta, pero al ver que no respondía, entraron.

-Dice tu madre, si… -me gire para verlo, miré sus ojos color miel. –Hey, ¿Qué sucede?

-no podía dejar un momento de llorar, se sentó junto a mí. -¿Por qué lloras?

-No lo sé. –pude decir antes de comenzar a llorar nuevamente.

-¿Puedo abrazarte? –alguien que no conocía, me estaba pidiendo si podía abrazarme. –No

-Negué ahogada en lágrimas. -¿Quieres qué me quede? –su presencia a pesar de todo me hacia bien, me hacía sentir a gusto en donde estaba. –Sí .

-me recosté en la cama, llorando, me abrasé a la almohada, y llore por horas.

-Jazmine. –mi nombre quedaba hermoso en sus labios, y pronunciado por su voz. –No puedes llorar de esa manera, debe a ver algo que necesites.

-No necesito nada. –sabía lo que necesitaba.-

Yo era una chica, que no decía todo lo que había en su vida, ocultaba demasiadas cosas, y muy pocos sabían la verdad. Mi familia, al principio, éramos muy unidos. Estaba integrada por:

-Joseph, mi padre.

-Sarah, mi madre

-Selena

-Yo.

Y había alguien más que yo negué, pero si existía, y lo odiaba por el solo hecho de ocultarme tantas cosas.

-Damon, me costaba recordar su nombre dado que no lo había visto hace demasiado tiempo, Damon, era mi … hermano. Sí yo tenía un hermano mayor … de sangre. De esto solo saben, Sheyla, Dave y Frank, nadie más.

-Voy a irme, si sucede algo, gritas. –me abrigo con su saco, y se largo de allí. Su abrigo, olía hermoso, olía a él, no había aroma, más delicioso, que ese. El aroma de … Trevor.

Dos horas luego.

-¿Hija, puedo entrar? –le respondí a mi padre, con un tembloroso SÍ. –Hace horas que te escuchamos llorar, ¿Qué es lo que sucede? –me gire aún en el saco de mi guardaespaldas, mirando a mi padre.

-Lo necesito. -¿A quién?

-A él -Quién es él.

-A quien me cuesta nombrarlo. –Se quedo mirándome. –¿Damon?

-Lo necesito, es mi hermano, se supone que debe estar en mi adolescencia. Eso creo.

-No podrá venir, hija, él te quiere mucho, pero no vendrá.

-rompí en llanto, la verdad dolía. –Lo siento, hija. Ahora baja a cenar, mañana temprano sale el vuelo con Dave. –lo había olvidado, por completo.

-¿Cenar, qué hora es?

-Las siete y media de la noche

-Llore como 9 horas, ¿Qué me estaba pasando? -Ahora bajo. –cuando se marchó, fui hacia el baño, me lave la cara, al mirarme en el espejo, Wow! ¿Esa era yo? Tenía los ojos rojos he hinchados, tenía la boca seca, al igual que la sangre que tenía en los labios, por apretarme con los dientes, con fuerza, para no pegar gritos de llantos. Volví a lavarme el rostro, y baje las escaleras, mi madre, me veía de forma extraña, me senté en un rincón y aparte la vista, esperando la cena.

Cenamos carne, con ensalada, todos en silencio, debes en cuando Victorio hacia alguna broma, pero yo estaba en silencio, ni siquiera supe como la comida bajaba a mí estomago. Comí la mitad de la comida, y me levanté de la mesa.

-¿Ya te vas? –pregunto mi tío, mientras les daba la espalda.

-Sí. –Pero no comiste prácticamente nada.

-No tengo hambre. –subí las escaleras y en la puerta estaban, Bob y Él, parados en la puerta como si fueron estatuas. –Vayan a dormir, no es necesario esta hora. -¿Segura petisa? –pregunto Bob. –Sí, díganle a mi tío, que yo les dije. Aunque me encantaría aparecer en una fosa … muerta. –susurre tan bajo que nadie me escucho, por lo menos Bob no, porque bajo a hablar con Victorio. Alce la vista, y abrí la puerta. –Nadie te quiere ver muerta. –dijo entre dientes, me metí al cuarto, Genial! Ahora escuchaba todo lo que yo pudiera decir. Saque un bolso negro, y guarde, algunos Jeans, blusas cortas y remeras de algodón de mangas largas, dos pares de zapatillas, y demasiados shorts que usaba de pijama, pijamas y algunos shorts de jeans para salir. Guardé algunos libros y el sobre de Dave, con todo este “llanto” había olvidado ver el CD, pero todas las tardes los llamaba. Cerré el bolso y lo deje sobre la cama, con una chaqueta y mi pasaporte. Me senté en la mecedora a leer uno de los libros que no había guardado.

\O – O/ \O – O/\O – O/\O – O/\O – O/

\O – O/ \O – O/\O – O/\O – O/

\O – O/\O – O/\O – O/

\O – O/\O – O/

\O – O/

No supe cuantas horas leí después de cuatro horas, perdí la noción del tiempo y me quede dormida en la mecedora, con la ventana abierta.

La brisa congelada de la mañana hizo que abriera los ojos, mis pies estaban levantados, y mi cabeza apoyada en el pecho de alguien, frío y sólido como roca, subí la vista. ¡Por qué!, grité para mis adentros, siempre estaba ahí. Ojos de miel, me estaba cargando a hacia la cama abrigada por su saco, otra vez.

-¿Qué … haces aquí? –Sigue durmiendo. –susurró. –Ve a dormir. –le dije mientras volví a apoyar mi cabeza en su pecho, en su hermoso y cómodo pecho. –No. –me volvió a recostar en la cama. –Tú, sigue durmiendo. –tenía los ojos entreabiertos, veía borroso. Pude ver que tomaba mi libro, dejándolo en la mecedora. Se acerco a la ventana, para cerrarla.

-No la cierres. –susurré

-Hace frío. –Pero me gusta así. –De acuerdo. Descansa. –Luego se largo del cuarto.

El aroma de su saco, hiso que me durmiera, sin lágrimas, pero con frío.


PERDONEN

Perdonen gente, es que la verdad estuve demasiadooooooooooooooooooooo depresiva, más de lo de costumbre desde no sé cuando, solo les pido que me perdonen por no publicar los CAP, a pesar que sé que casi nadie lee…. Dentro de dos capítulos voy a cerrar el blog, porque la verdad, es muy al pedo todo esto pensé que me iba a hacer bien pero no…


 

Los quiere LΔ
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16 dic 2010

Capítulo 13:"Mafia = Gorilas"

4 semanas luego, los dolores en mi pecho por verlo todos los días hicieron que aumentara la dosis de Anafranil, sin que mis padres se dieran cuenta, 3 pastillas, en vez de una. Es exagerado, pero esa alucinación, lo provoco, ni dos pastillas servían.

Sonó el despertador 8:30 de la mañana, separe unos jeans y una blusa, tomé una ducha, me lave los dientes y baje las escaleras. Mi madre sirvió el desayuno, me senté junto a mi padre, y desayune unos hot cakes, con jugo de naranja.

-sonó la puerta. –Yo abro. –dijo mi padre.

-cuando abrió la puerta, me asome desde la silla, y me topé con un hombre de traje negro, con

una sonrisa de oreja a oreja. –Hermano. –lo saludo Victorio, con un abrazo enorme. Cuando se desprendió de mi padre, me miro. -¡Petisa! –Tío –corrí hacia a él, y lo abrase fuerte.

-Hueles a cigarro. –me susurró. –Ya, no digas nada. –le respondí en el mismo tono que el.

-Saludo a mi madre, y a Selena, luego nos pidió que nos sentáramos. Me senté en un taburete de la barra de la cocina. –¿Qué es lo que vienes hacer aquí?

-Los vine a visitar y a terminar unos trabajos aquí. Los reuní, porque como ustedes saben, y ella sabe. –me señalo a mí. –Soy un empresario, un hombre de negocios, y como en todo negocio, te ganas enemigos, muy grandes enemigos. Es por eso, que mientras esté aquí, le dispondré a cada uno de ustedes unos guardaespaldas.

-¿Qué?, ¿Es enserio?

-Petisa, no grites. Y por hacerlo a ti te pondré dos. Y los llevaras en el viaje con Dave. –si Victorio lo conocía, y también conocía a su familia.

-¿Por qué?

-Porque no quieres que termines en una fosa.

-¡Victorio! –Grito mi madre. –Lo siento, ella es muy dura, y no hay forma de hacerle entender. Si no somos, explícitos.

-¿En donde están? –pregunto mi padre.

-Los hare entrar. –siete gorilas entraron, y se pusieron uno al lado del otro. Me parecía realmente absurdo me di media vuelta, para subir las escaleras, pero un escalofrío me recorrió la espalda, me di media vuelta, no había nadie allí, solo mi padre mirándome fijo para que me sentara, cosa que debí obedecer.

-Bien, -Victorio se puso a contar. –falta Trevor.

-Aquí estoy señor. –dios, esa fue la voz más hermosa que escuche en mi vida, estaba jugando con mis uñas, cuando Victorio me llamo la atención.

-¿Qué?

-Elige a dos. –empecé a mirarlo de izquierda a derecha, el tercero lo reconocí, era Bob, el Gorila que siempre siguió a mi tío y era ya parte de la familia, cuando íbamos a la casa de Victorio.

-A Bob, y a… -seguí buscando, y en el último, el dueño de la voz acaramelada, su cabello color chocolate, casi dorado, al igual que sus ojos. Su boca, eran dos labios, color carne, perfectamente creados. Y su cuerpo, con una remera blanca, perfectamente pegada al cuerpo, a su perfecto cuerpo. Si había un bombero cerca que viniera, me estaba prendiendo fuego con sus ojos clavados en los míos. Su rostro lo veía conocido, pero no sabía de dónde.

-¿Jazmine, te sientes bien?

-Quién, yo, sí.

-Necesitas a otro. –comencé a sentir el dolor en el pecho, punzadas en él, dolor de cabeza, cuando miraba a dicho “ángel”, sentí una lágrima en el labio, ¿estaba llorando?, cerré los ojos, y volví a abrirlos, cuando volví a sentir el dolor, recordé quien era, comencé a temblar, era mi propia alucinación, que no veía hace 4 semanas atrás.

-¿T…ú? –lo señale con el dedo temblando. No aguante más y corrí a mi cuarto. Alguien me seguía, ni siquiera me moleste en mirar, me calcé las zapatillas, tome mi chaqueta y salí por la ventana, salte al techo del garaje, y luego baje al asfalto mojado por la lluvia.

Camine unas dos horas, por calles que ni conocía, de las 4 semanas que yo vivía allí, ni siquiera me interesaba conocer. Fui por calles, con luces que alumbraban el asfalto, una vez que me aleje lo suficiente de mi casa, el dolor se calmo. Los locales estaban llenos de gente almorzando, mire la hora, 13:15, el cielo estaba nublado, por la tormenta que estaba haciendo, la lluvia no cesaba y ni me interesaba que me mojara, el agua estaba congelada, pero ni eso me importaba. Cuando estaba tomando la calle, que mi padre me nombro una y otra vez, que doblara dos veces y llegaría a la casa. Mientras caminaba un auto oscuro, con dos hombres que no conocía, bajaron la ventanilla.

-Pareces perdida, quieres que te alcancemos a tu casa. –Sabia que esto no era una muestra de solidaridad, ni nada, venia por el lado malo, de la situación. Si les decía que NO, era de inteligente, pero podrían bajarse y hacerlo por las malas. Si les decía que SI, me encantaría saber cómo mi madre se lo tomaría, sé que ella no me apreciaba como lo hacía con Selena, no me molestaba ya me había acostumbrado a esa idea.

-S… -una mano fría me rodeo la cintura, subí la vista, y era él, el hombre por el cual yo había escapado, de lo que ahora debía llamar “mi casa”.

-No creo que necesite que la lleven. La chica está conmigo. –puso su mano en su cintura, tocando el mango de la … pistola.

-Los dos hombres arrancaron el motor del auto, aceleraron y se fueron en un abrir y cerrar de ojos. Subí el rostro, al suyo pálido, blanco como la nieve. Sus ojos que antes eran color de la miel clara, ya eran dos pozos negros.

-Ellos querían secuestrarte, o matarte, por las idioteces adolescentes que haces tú.

-Hey suéltame. –No te soltare, porque sé que te irás.

-el dolor no había empezado, y eso me parecía raro, pero a la vez gratificante. -¿Quién te crees que eres?

-De ahora en más soy él que te va a cuidar, junto con Bob. Ahora volvamos a tu casa.

-comenzó dificultarse mí respiración, no era por su presencia era por otra cosa, la cabeza me daba vuelta, tenía la boca demasiado seca, me dolía el estomago.

-¿Jazmine, qué sucede? –comencé a ver borroso, y a perder la estabilidad, ya ni siquiera sabía dónde estaba.

-estaba cayendo y me atajo. –Vamos al auto. –fue lo último que escuche, de allí en adelante perdí el conocimiento, solo sentí que me cargo en sus brazos, congelándome por el frío, que hacía eso se calmó, cuando me abrigo con su chaqueta.

Capítulo 12: "Quizás Sí"

-¿Las tomaras? –las punzadas en mi pecho y el dolor en mi cabeza, comenzaron hacer más grandes al oír esa voz, y las lagrimas ya comenzaron a caer.

-me giré para verlo, y estaba ya sentado en mi cama como siempre, el pelo perfectamente despeinado, con una camisa blanca que resaltaba su perfecta figura. –También me sigues molestando aquí. –Sí, yo les respondía, a una alucinación de mi subconsciente. –No respondiste mi pregunta.

-Si cada vez que te sigues apareciendo, yo las tomare, tu presencia causa demasiado dolor.

-Las punzadas, cada vez se hacían más fuerte. –¡vete, por favor, duele mucho! –no me importaba, que mis padres me escucharan gritar con alguien que no existía. –No.

-tome el frasco naranja y baje a la cocina, por un vaso de agua, sí él no se iba, quizás las pastillas lo quitarían de mi cabeza, tome una pastilla y la baje con agua, mientras me hablaba en el oído.

Cuando la pastilla ya no estaba en mi boca, su voz desapareció. –me di la vuelta, y mi padre me veía asombrado. –Fue idea de tu esposa, drogarme. ¿Qué hora es?

-Las 20, dormiste una larga siesta, tus amigos te llamaron pero estabas durmiendo, desmayada, más que nada.

-Si llaman de nuevo, diles que los llamo mañana al mediodía, hoy no tengo ganas de hablar con nadie. –me senté en el sofá junto a él, mirar lo que él estaba mirando en la televisión.

-No te hagas la dura, ven aquí. –me abrazo, acomodándome junto a él. Entre mi madre y él, lo quiero más a él. Me acurruque junto a él, como cuando era pequeña.

-¿Tu esposa, donde esta? –se rió por como lo dije. –Mi esposa, es tu madre. Y está comprando la cena con tu hermana.

-¿Van a tardar?. –la respuesta a esa pregunta ya había entrado con miles de bolsas. A pesar de que estaba enfadada la ayude con las bolsas, a pesar de todo era … mi madre. Mientras preparaba la cena, que para ella en un día cansador la comida era, calentar comida, mientras se calentaba, puse la mesa, y me senté a un costado.

Luego de la lasaña, desempaque mi pijama, una remera larga y un short negro, no me importaba mucho el frío, tome una de las mantas, mi ventana daba al techo de la casa, tome el atado de cigarros, mi cenicero que tenia bien guardado, la manta, el sobre de Dave y subí por allí. Muy pocas veces fumaba, solo cuando me sentía mal de ánimo, no era de las fumadoras compulsivas solo uno cada muchos días, mis padres no sabían y creo que no querrán saber. Marqué el número de Dave, le había prometido llamarle, al primer tono me atendió.

-Hola. –su voz me provoco una sonrisa-

-Hola. -¿Abriste el sobre?

-Sí, pero no pude ver el CD, no tengo donde reproducirlo.

-¿Y el pasaje?

-¿Pasaje? –Dentro del cd, hay un pasaje.

- Espérame. –abrí el cd, y dentro de él, había un pasaje de avión, para Inglaterra.

-¿Para qué quiero yo un pasaje para Inglaterra? -Pasare antes de las fiestas allí, y tus padres autorizaron a que vengas. –cómo es que planeaba todo. –mientras se te pasaba la borrachera los llame.

-¿Inglaterra?, yo no ... sé. –mientras hablaba con él, soltaba el humo por la nariz.

-Por favor. –Inglaterra ¿Cuándo? –le di una calada al cigarro, dándole un golpecito a la colilla quitando las cenizas. –Pasó por ti él 19, y visitas a Fran y Sheyla, luego te vienes conmigo hasta el 23, antes de Nochebuena, de esa forma pasaras las fiestas con tu familia.

-23 –fingí, haciéndome la que revisaba mentalmente la agenda. –no tengo nada importante. -El humo salía de mi boca conforme pronunciaba. –Gracias. –me pude imaginar su sonrisa. –tengo una duda, ¿Estas fumando?

-Sí. –golpe la colilla nuevamente sobre el cenicero.

-No conocía tu lado de niña mal.

-Agh, no empieces. Ni se te ocurra decirle a Sheyla, o me matara.

-Mis labios están cerrados, mientras estén los tuyos para callarlos. –siempre bromeaba con que yo lo besara, pero solo éramos buenos amigos.

-Sí, eso quisieras.

-¿Vendrás o no? -¿Tú quieres que vaya? –pregunte me lleve el cigarro a la boca, y solté el humo por la nariz.

-Por supuesto que quiero. ¿Me extrañas?

-apague el cigarro. –¿A ti? Mmm, no lo creo.

-Entonces el mutuo el sentimiento

-¿Y entonces para qué quieres que vaya a Inglaterra contigo, si no me extrañas?

-Con quien hablare. –Con Rocco.

-El no viene. –¿Estás seguro qué quieres que vaya, no tienes a otra?

-Tengo muchas que quieren acompañarme, pero te tengo a ti, por sobre toda las cosas, y quiero que tu vengas. ¿De acuerdo?

-Sí. –Pasaré por ti.

-Te estaré esperando. –No te consigas ningún novio, en estos 7 días.

-Ojala.

-Te quiero Jaz, no olvides dentro de una semana, ve a que te quiten los puntos de la frente.

-Está bien. Adiós

-Adiós. –Colgué el teléfono, y entre a mi cuarto, las diez de la noche, guarde el teléfono, y tire las cenizas, escondiendo el cenicero y el atado de cigarros. Me recosté en la cama y llamaron a la puerta, antes me puse perfume para que no se notara ningún olor. -¿Quién? –pregunte-

-Papá. –Entra- le respondí sentándome en la cama, mientras abría la puerta. -¿Qué necesitas?

-En cuatro semanas vendrá Victorio.

-¿el tío? –pregunte emocionada, Victorio era el típico tío favorito de la familia, trabajaba en negocios, pero yo sabía que era algo más, algo más peligroso, y su hermano también lo sabía.

-Sí, lo único que te pido va a venir con … cuando viene te darás cuenta, pero no quiero ningún escándalo, ¿de acuerdo?

-Pero que es, lo que trae. –Ya te darás cuenta, pero no quiero escándalos, ¿de acuerdo?

-Sí, papá. –me dio un beso en la frente. –hasta mañana, a las 9 te levantas, y lo saludas.

-Está bien, adiós.

-Buenas noches.

-Igual. –se fue del cuarto y me dormí pensando lo que iba a traer el “mafioso y favorito” tío.-

-¿Las tomaras? –las punzadas en mi pecho y el dolor en mi cabeza, comenzaron hacer más grandes al oír esa voz, y las lagrimas ya comenzaron a caer.

-me giré para verlo, y estaba ya sentado en mi cama como siempre, el pelo perfectamente despeinado, con una camisa blanca que resaltaba su perfecta figura. –También me sigues molestando aquí. –Sí, yo les respondía, a una alucinación de mi subconsciente. –No respondiste mi pregunta.

-Si cada vez que te sigues apareciendo, yo las tomare, tu presencia causa demasiado dolor.

-Las punzadas, cada vez se hacían más fuerte. –¡vete, por favor, duele mucho! –no me importaba, que mis padres me escucharan gritar con alguien que no existía. –No.

-tome el frasco naranja y baje a la cocina, por un vaso de agua, sí él no se iba, quizás las pastillas lo quitarían de mi cabeza, tome una pastilla y la baje con agua, mientras me hablaba en el oído.

Cuando la pastilla ya no estaba en mi boca, su voz desapareció. –me di la vuelta, y mi padre me veía asombrado. –Fue idea de tu esposa, drogarme. ¿Qué hora es?

-Las 20, dormiste una larga siesta, tus amigos te llamaron pero estabas durmiendo, desmayada, más que nada.

-Si llaman de nuevo, diles que los llamo mañana al mediodía, hoy no tengo ganas de hablar con nadie. –me senté en el sofá junto a él, mirar lo que él estaba mirando en la televisión.

-No te hagas la dura, ven aquí. –me abrazo, acomodándome junto a él. Entre mi madre y él, lo quiero más a él. Me acurruque junto a él, como cuando era pequeña.

-¿Tu esposa, donde esta? –se rió por como lo dije. –Mi esposa, es tu madre. Y está comprando la cena con tu hermana.

-¿Van a tardar?. –la respuesta a esa pregunta ya había entrado con miles de bolsas. A pesar de que estaba enfadada la ayude con las bolsas, a pesar de todo era … mi madre. Mientras preparaba la cena, que para ella en un día cansador la comida era, calentar comida, mientras se calentaba, puse la mesa, y me senté a un costado.

Luego de la lasaña, desempaque mi pijama, una remera larga y un short negro, no me importaba mucho el frío, tome una de las mantas, mi ventana daba al techo de la casa, tome el atado de cigarros, mi cenicero que tenia bien guardado, la manta, el sobre de Dave y subí por allí. Muy pocas veces fumaba, solo cuando me sentía mal de ánimo, no era de las fumadoras compulsivas solo uno cada muchos días, mis padres no sabían y creo que no querrán saber. Marqué el número de Dave, le había prometido llamarle, al primer tono me atendió.

-Hola. –su voz me provoco una sonrisa-

-Hola. -¿Abriste el sobre?

-Sí, pero no pude ver el CD, no tengo donde reproducirlo.

-¿Y el pasaje?

-¿Pasaje? –Dentro del cd, hay un pasaje.

- Espérame. –abrí el cd, y dentro de él, había un pasaje de avión, para Inglaterra.

-¿Para qué quiero yo un pasaje para Inglaterra? -Pasare antes de las fiestas allí, y tus padres autorizaron a que vengas. –cómo es que planeaba todo. –mientras se te pasaba la borrachera los llame.

-¿Inglaterra?, yo no ... sé. –mientras hablaba con él, soltaba el humo por la nariz.

-Por favor. –Inglaterra ¿Cuándo? –le di una calada al cigarro, dándole un golpecito a la colilla quitando las cenizas. –Pasó por ti él 19, y visitas a Fran y Sheyla, luego te vienes conmigo hasta el 23, antes de Nochebuena, de esa forma pasaras las fiestas con tu familia.

-23 –fingí, haciéndome la que revisaba mentalmente la agenda. –no tengo nada importante. -El humo salía de mi boca conforme pronunciaba. –Gracias. –me pude imaginar su sonrisa. –tengo una duda, ¿Estas fumando?

-Sí. –golpe la colilla nuevamente sobre el cenicero.

-No conocía tu lado de niña mal.

-Agh, no empieces. Ni se te ocurra decirle a Sheyla, o me matara.

-Mis labios están cerrados, mientras estén los tuyos para callarlos. –siempre bromeaba con que yo lo besara, pero solo éramos buenos amigos.

-Sí, eso quisieras.

-¿Vendrás o no? -¿Tú quieres que vaya? –pregunte me lleve el cigarro a la boca, y solté el humo por la nariz.

-Por supuesto que quiero. ¿Me extrañas?

-apague el cigarro. –¿A ti? Mmm, no lo creo.

-Entonces el mutuo el sentimiento

-¿Y entonces para qué quieres que vaya a Inglaterra contigo, si no me extrañas?

-Con quien hablare. –Con Rocco.

-El no viene. –¿Estás seguro qué quieres que vaya, no tienes a otra?

-Tengo muchas que quieren acompañarme, pero te tengo a ti, por sobre toda las cosas, y quiero que tu vengas. ¿De acuerdo?

-Sí. –Pasaré por ti.

-Te estaré esperando. –No te consigas ningún novio, en estos 7 días.

-Ojala.

-Te quiero Jaz, no olvides dentro de una semana, ve a que te quiten los puntos de la frente.

-Está bien. Adiós

-Adiós. –Colgué el teléfono, y entre a mi cuarto, las diez de la noche, guarde el teléfono, y tire las cenizas, escondiendo el cenicero y el atado de cigarros. Me recosté en la cama y llamaron a la puerta, antes me puse perfume para que no se notara ningún olor. -¿Quién? –pregunte-

-Papá. –Entra- le respondí sentándome en la cama, mientras abría la puerta. -¿Qué necesitas?

-En cuatro semanas vendrá Victorio.

-¿el tío? –pregunte emocionada, Victorio era el típico tío favorito de la familia, trabajaba en negocios, pero yo sabía que era algo más, algo más peligroso, y su hermano también lo sabía.

-Sí, lo único que te pido va a venir con … cuando viene te darás cuenta, pero no quiero ningún escándalo, ¿de acuerdo?

-Pero que es, lo que trae. –Ya te darás cuenta, pero no quiero escándalos, ¿de acuerdo?

-Sí, papá. –me dio un beso en la frente. –hasta mañana, a las 9 te levantas, y lo saludas.

-Está bien, adiós.

-Buenas noches.

-Igual. –se fue del cuarto y me dormí pensando lo que iba a traer el “mafioso y favorito” tío.-