13 dic 2010

Capítulo 10: "Resaca"

-Me duele el estomago. –Me queje tocándome el vientre sobre las manos de Dave.-

-Con todo lo que tomaste.

-¿Me haces un café?

–No puedo darte café, no es recomendable.

-me di la vuelta, mirándolo. –¿Qué taradeces hice?

-Dijiste que era lindo, luego que eras una idiota y me besaste varias veces, fue extraño, pero no me rehusé. Estabas como muy … desenvuelta

-¿Es enserio? -Sí. –mis mejillas ardían, de la vergüenza. –Además te acostaste conmigo.

-¿Tuvimos sexo? -Sí, dijiste que yo era deseable y excitante. –abrí los ojos como platos. –es una broma, luego de que me besaste por quinta vez, te recosté aquí y dormiste largas horas. –lo abrase fuerte.-

-te hubiese encantado que me acostara contigo.

-¡Dave! –le di una cachetada en la cabeza, gritándole desde su pecho. -¿Me besarías de nuevo?

-no le vería más, así que le diría la verdad en ese momento. –Sí, pero tienes novia, y no creo que le agrade. –No tengo novia, por lo tanto, ¿Me besarías ahora?

-asentí, con una sonrisa y mucha vergüenza, me levantó el rostro, para que lo mirara a sus ojos esmeraldas se acerco a mi rostro, besándome como de seguro yo lo hice cuando estaba ebria, me senté en la cama, con mis manos en su cuello, tirándome hacia atrás. Las manos de Dave estaban acariciando mi cintura, cuando OH!.

-¿Acabas de tocarme el trasero?

-Fue sin quererlo, además disfrútalo ahora, que otro Aladdin no conocerás. –el próximo beso se vio interrumpido por los ladridos de un perro dentro del cuarto, subiéndose a la cama.

-Rocco, bájate.

-Cuándo creció tanto. –la última vez que lo vi era un cachorro labrador hermoso de pocos meses.

-Rocco, estaba en la mejor parte.

-Lo que pasa aquí, queda aquí. Prométemelo

-Te lo prometo, voy por una aspirina para ti. Quédate con Rocco.

-Me volví a abrigar con el edredón blanco de Dave, mientras su perro se quedaba sobre él, hasta que Dave trajo un vaso de jugo con una aspirina. –Toma esto y sigue durmiendo. –obedecí “al doctor”, y me recosté en la cama.

Al cerrar los ojos, me quedé dormida de inmediato, la cabeza aflojo su dolor, y se quedo en un lugar sin marearme.

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-Jaz, es hora de irte

-Abrí los ojos negándolo. - Sí, debo llevarte a tu casa. Vamos levántate.

-No quiero. –me levanto como si fuera una niña pequeña, mi pecho contra el suyo, mis piernas en su cintura y me rostro en su cuello, un rostro que no dejaba de llorar. –No quiero irme.

-Yo tampoco quiero que te vayas, pero si no te llevo, vendrán a buscarte.

-No me lleves a la casa. –prácticamente le roge. –No quiero alejarme de tu hermano, ni de Sheyla, ni tampoco de ti.

-Debo llevarte, bájate.

-me baje de él. –Te llevo a tu casa.

-me negué a desayunar, y me subí a la camioneta, mi casa no quedaba lejos, por lo tanto tardamos poco, pero para mí fueron años, en el último metro a mi casa parecía que me llevaban a la sala de castigo cargando una piedra en la espalda, me llevaba hacia mi condena, una condena que me hacia separar de toda mis cosas, de las cosas que más amaba, de mi fortuna, MIS AMIGOS, ya no tenía nada si me los apartaban de mi lado, me iba sentir perdida, sola, sin nadie que me entendiera, sin nadie que sepa por lo que yo pase, y sobre todo sin alguien que me escuche.

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