16 dic 2010

Capítulo 12: "Quizás Sí"

-¿Las tomaras? –las punzadas en mi pecho y el dolor en mi cabeza, comenzaron hacer más grandes al oír esa voz, y las lagrimas ya comenzaron a caer.

-me giré para verlo, y estaba ya sentado en mi cama como siempre, el pelo perfectamente despeinado, con una camisa blanca que resaltaba su perfecta figura. –También me sigues molestando aquí. –Sí, yo les respondía, a una alucinación de mi subconsciente. –No respondiste mi pregunta.

-Si cada vez que te sigues apareciendo, yo las tomare, tu presencia causa demasiado dolor.

-Las punzadas, cada vez se hacían más fuerte. –¡vete, por favor, duele mucho! –no me importaba, que mis padres me escucharan gritar con alguien que no existía. –No.

-tome el frasco naranja y baje a la cocina, por un vaso de agua, sí él no se iba, quizás las pastillas lo quitarían de mi cabeza, tome una pastilla y la baje con agua, mientras me hablaba en el oído.

Cuando la pastilla ya no estaba en mi boca, su voz desapareció. –me di la vuelta, y mi padre me veía asombrado. –Fue idea de tu esposa, drogarme. ¿Qué hora es?

-Las 20, dormiste una larga siesta, tus amigos te llamaron pero estabas durmiendo, desmayada, más que nada.

-Si llaman de nuevo, diles que los llamo mañana al mediodía, hoy no tengo ganas de hablar con nadie. –me senté en el sofá junto a él, mirar lo que él estaba mirando en la televisión.

-No te hagas la dura, ven aquí. –me abrazo, acomodándome junto a él. Entre mi madre y él, lo quiero más a él. Me acurruque junto a él, como cuando era pequeña.

-¿Tu esposa, donde esta? –se rió por como lo dije. –Mi esposa, es tu madre. Y está comprando la cena con tu hermana.

-¿Van a tardar?. –la respuesta a esa pregunta ya había entrado con miles de bolsas. A pesar de que estaba enfadada la ayude con las bolsas, a pesar de todo era … mi madre. Mientras preparaba la cena, que para ella en un día cansador la comida era, calentar comida, mientras se calentaba, puse la mesa, y me senté a un costado.

Luego de la lasaña, desempaque mi pijama, una remera larga y un short negro, no me importaba mucho el frío, tome una de las mantas, mi ventana daba al techo de la casa, tome el atado de cigarros, mi cenicero que tenia bien guardado, la manta, el sobre de Dave y subí por allí. Muy pocas veces fumaba, solo cuando me sentía mal de ánimo, no era de las fumadoras compulsivas solo uno cada muchos días, mis padres no sabían y creo que no querrán saber. Marqué el número de Dave, le había prometido llamarle, al primer tono me atendió.

-Hola. –su voz me provoco una sonrisa-

-Hola. -¿Abriste el sobre?

-Sí, pero no pude ver el CD, no tengo donde reproducirlo.

-¿Y el pasaje?

-¿Pasaje? –Dentro del cd, hay un pasaje.

- Espérame. –abrí el cd, y dentro de él, había un pasaje de avión, para Inglaterra.

-¿Para qué quiero yo un pasaje para Inglaterra? -Pasare antes de las fiestas allí, y tus padres autorizaron a que vengas. –cómo es que planeaba todo. –mientras se te pasaba la borrachera los llame.

-¿Inglaterra?, yo no ... sé. –mientras hablaba con él, soltaba el humo por la nariz.

-Por favor. –Inglaterra ¿Cuándo? –le di una calada al cigarro, dándole un golpecito a la colilla quitando las cenizas. –Pasó por ti él 19, y visitas a Fran y Sheyla, luego te vienes conmigo hasta el 23, antes de Nochebuena, de esa forma pasaras las fiestas con tu familia.

-23 –fingí, haciéndome la que revisaba mentalmente la agenda. –no tengo nada importante. -El humo salía de mi boca conforme pronunciaba. –Gracias. –me pude imaginar su sonrisa. –tengo una duda, ¿Estas fumando?

-Sí. –golpe la colilla nuevamente sobre el cenicero.

-No conocía tu lado de niña mal.

-Agh, no empieces. Ni se te ocurra decirle a Sheyla, o me matara.

-Mis labios están cerrados, mientras estén los tuyos para callarlos. –siempre bromeaba con que yo lo besara, pero solo éramos buenos amigos.

-Sí, eso quisieras.

-¿Vendrás o no? -¿Tú quieres que vaya? –pregunte me lleve el cigarro a la boca, y solté el humo por la nariz.

-Por supuesto que quiero. ¿Me extrañas?

-apague el cigarro. –¿A ti? Mmm, no lo creo.

-Entonces el mutuo el sentimiento

-¿Y entonces para qué quieres que vaya a Inglaterra contigo, si no me extrañas?

-Con quien hablare. –Con Rocco.

-El no viene. –¿Estás seguro qué quieres que vaya, no tienes a otra?

-Tengo muchas que quieren acompañarme, pero te tengo a ti, por sobre toda las cosas, y quiero que tu vengas. ¿De acuerdo?

-Sí. –Pasaré por ti.

-Te estaré esperando. –No te consigas ningún novio, en estos 7 días.

-Ojala.

-Te quiero Jaz, no olvides dentro de una semana, ve a que te quiten los puntos de la frente.

-Está bien. Adiós

-Adiós. –Colgué el teléfono, y entre a mi cuarto, las diez de la noche, guarde el teléfono, y tire las cenizas, escondiendo el cenicero y el atado de cigarros. Me recosté en la cama y llamaron a la puerta, antes me puse perfume para que no se notara ningún olor. -¿Quién? –pregunte-

-Papá. –Entra- le respondí sentándome en la cama, mientras abría la puerta. -¿Qué necesitas?

-En cuatro semanas vendrá Victorio.

-¿el tío? –pregunte emocionada, Victorio era el típico tío favorito de la familia, trabajaba en negocios, pero yo sabía que era algo más, algo más peligroso, y su hermano también lo sabía.

-Sí, lo único que te pido va a venir con … cuando viene te darás cuenta, pero no quiero ningún escándalo, ¿de acuerdo?

-Pero que es, lo que trae. –Ya te darás cuenta, pero no quiero escándalos, ¿de acuerdo?

-Sí, papá. –me dio un beso en la frente. –hasta mañana, a las 9 te levantas, y lo saludas.

-Está bien, adiós.

-Buenas noches.

-Igual. –se fue del cuarto y me dormí pensando lo que iba a traer el “mafioso y favorito” tío.-

-¿Las tomaras? –las punzadas en mi pecho y el dolor en mi cabeza, comenzaron hacer más grandes al oír esa voz, y las lagrimas ya comenzaron a caer.

-me giré para verlo, y estaba ya sentado en mi cama como siempre, el pelo perfectamente despeinado, con una camisa blanca que resaltaba su perfecta figura. –También me sigues molestando aquí. –Sí, yo les respondía, a una alucinación de mi subconsciente. –No respondiste mi pregunta.

-Si cada vez que te sigues apareciendo, yo las tomare, tu presencia causa demasiado dolor.

-Las punzadas, cada vez se hacían más fuerte. –¡vete, por favor, duele mucho! –no me importaba, que mis padres me escucharan gritar con alguien que no existía. –No.

-tome el frasco naranja y baje a la cocina, por un vaso de agua, sí él no se iba, quizás las pastillas lo quitarían de mi cabeza, tome una pastilla y la baje con agua, mientras me hablaba en el oído.

Cuando la pastilla ya no estaba en mi boca, su voz desapareció. –me di la vuelta, y mi padre me veía asombrado. –Fue idea de tu esposa, drogarme. ¿Qué hora es?

-Las 20, dormiste una larga siesta, tus amigos te llamaron pero estabas durmiendo, desmayada, más que nada.

-Si llaman de nuevo, diles que los llamo mañana al mediodía, hoy no tengo ganas de hablar con nadie. –me senté en el sofá junto a él, mirar lo que él estaba mirando en la televisión.

-No te hagas la dura, ven aquí. –me abrazo, acomodándome junto a él. Entre mi madre y él, lo quiero más a él. Me acurruque junto a él, como cuando era pequeña.

-¿Tu esposa, donde esta? –se rió por como lo dije. –Mi esposa, es tu madre. Y está comprando la cena con tu hermana.

-¿Van a tardar?. –la respuesta a esa pregunta ya había entrado con miles de bolsas. A pesar de que estaba enfadada la ayude con las bolsas, a pesar de todo era … mi madre. Mientras preparaba la cena, que para ella en un día cansador la comida era, calentar comida, mientras se calentaba, puse la mesa, y me senté a un costado.

Luego de la lasaña, desempaque mi pijama, una remera larga y un short negro, no me importaba mucho el frío, tome una de las mantas, mi ventana daba al techo de la casa, tome el atado de cigarros, mi cenicero que tenia bien guardado, la manta, el sobre de Dave y subí por allí. Muy pocas veces fumaba, solo cuando me sentía mal de ánimo, no era de las fumadoras compulsivas solo uno cada muchos días, mis padres no sabían y creo que no querrán saber. Marqué el número de Dave, le había prometido llamarle, al primer tono me atendió.

-Hola. –su voz me provoco una sonrisa-

-Hola. -¿Abriste el sobre?

-Sí, pero no pude ver el CD, no tengo donde reproducirlo.

-¿Y el pasaje?

-¿Pasaje? –Dentro del cd, hay un pasaje.

- Espérame. –abrí el cd, y dentro de él, había un pasaje de avión, para Inglaterra.

-¿Para qué quiero yo un pasaje para Inglaterra? -Pasare antes de las fiestas allí, y tus padres autorizaron a que vengas. –cómo es que planeaba todo. –mientras se te pasaba la borrachera los llame.

-¿Inglaterra?, yo no ... sé. –mientras hablaba con él, soltaba el humo por la nariz.

-Por favor. –Inglaterra ¿Cuándo? –le di una calada al cigarro, dándole un golpecito a la colilla quitando las cenizas. –Pasó por ti él 19, y visitas a Fran y Sheyla, luego te vienes conmigo hasta el 23, antes de Nochebuena, de esa forma pasaras las fiestas con tu familia.

-23 –fingí, haciéndome la que revisaba mentalmente la agenda. –no tengo nada importante. -El humo salía de mi boca conforme pronunciaba. –Gracias. –me pude imaginar su sonrisa. –tengo una duda, ¿Estas fumando?

-Sí. –golpe la colilla nuevamente sobre el cenicero.

-No conocía tu lado de niña mal.

-Agh, no empieces. Ni se te ocurra decirle a Sheyla, o me matara.

-Mis labios están cerrados, mientras estén los tuyos para callarlos. –siempre bromeaba con que yo lo besara, pero solo éramos buenos amigos.

-Sí, eso quisieras.

-¿Vendrás o no? -¿Tú quieres que vaya? –pregunte me lleve el cigarro a la boca, y solté el humo por la nariz.

-Por supuesto que quiero. ¿Me extrañas?

-apague el cigarro. –¿A ti? Mmm, no lo creo.

-Entonces el mutuo el sentimiento

-¿Y entonces para qué quieres que vaya a Inglaterra contigo, si no me extrañas?

-Con quien hablare. –Con Rocco.

-El no viene. –¿Estás seguro qué quieres que vaya, no tienes a otra?

-Tengo muchas que quieren acompañarme, pero te tengo a ti, por sobre toda las cosas, y quiero que tu vengas. ¿De acuerdo?

-Sí. –Pasaré por ti.

-Te estaré esperando. –No te consigas ningún novio, en estos 7 días.

-Ojala.

-Te quiero Jaz, no olvides dentro de una semana, ve a que te quiten los puntos de la frente.

-Está bien. Adiós

-Adiós. –Colgué el teléfono, y entre a mi cuarto, las diez de la noche, guarde el teléfono, y tire las cenizas, escondiendo el cenicero y el atado de cigarros. Me recosté en la cama y llamaron a la puerta, antes me puse perfume para que no se notara ningún olor. -¿Quién? –pregunte-

-Papá. –Entra- le respondí sentándome en la cama, mientras abría la puerta. -¿Qué necesitas?

-En cuatro semanas vendrá Victorio.

-¿el tío? –pregunte emocionada, Victorio era el típico tío favorito de la familia, trabajaba en negocios, pero yo sabía que era algo más, algo más peligroso, y su hermano también lo sabía.

-Sí, lo único que te pido va a venir con … cuando viene te darás cuenta, pero no quiero ningún escándalo, ¿de acuerdo?

-Pero que es, lo que trae. –Ya te darás cuenta, pero no quiero escándalos, ¿de acuerdo?

-Sí, papá. –me dio un beso en la frente. –hasta mañana, a las 9 te levantas, y lo saludas.

-Está bien, adiós.

-Buenas noches.

-Igual. –se fue del cuarto y me dormí pensando lo que iba a traer el “mafioso y favorito” tío.-


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