5 dic 2010

Capítulo 3: "Será Una Larga Noche"


-Ves, así me gusta verte, sonriendo. -Tomé un poco más de té y levanté las piernas sobre la silla, escondiendo mi rostro, ya comenzando a llorar nuevamente.

Los dos nos quedamos en silencio, Frank se quedó sentado frente a mí, hasta que escuche el chillido de la silla acercándola, pasó su brazo por mis hombros acercándome hacia él. A pesar de que lloraba por dentro, él se daba cuenta, y trataba de consolarme, asunto que en este momento se le hacía muy complicado. Me acarició el cabello, siempre era de esa forma conmigo, era como su hermana menor la que cuidaba de todo lo que le podía hacerle mal.

-¿Quieres que llamemos a Shey? -susurró- -No quiero molestarla esta con sus estudios. -Le respondí, apretada contra su pecho y sus brazos. –Ella termina de estudiar a las siete, faltan solo cinco minutos. Vamos, yo la llamaré. –Se levantó de allí, y tomo el teléfono de la cocina, pegado a la pared. El sonido que hacían cada uno de los números al hacer presionados, era la melodía que siempre repetía todas las tardes. –Shey, ¿estás desocupada ya? –Pude escuchar, la voz chillona de Sheyla, respondiendo al teléfono, me la pude imaginar sentada en su cama, rodeada de libros y atendiendo ese particular y especial teléfono en forma de taco rojo con brillantes, que había comprado en una feria, donde un coleccionista ofrecía toda sus cosas de Bety Boop, apenas lo vio se quedo fascinada, no dudo en un segundo en gastar todo lo ahorrado en cinco meses por ese BENDITO teléfono, Sheyla era un fiel fanática de Betty.-

El sonido que provoco el teléfono al colgar sobre el aparato, me saco del transe de recordar aquel día. –Viene hacia aquí, no tardara mucho. –Volvió a la posición en la que estábamos antes pero esta vez en el sofá del living, no quería sentirme sola en ningún momento y Frank se percato de ello.

Sólo pasaron siete minutos desde que había llamado a Sheyla, el tiempo que se tomaría en caminar hasta aquí, un minuto más y ella ya estaba tocando a la puerta, me levante ansiosa, mi corazón latía demasiado rápido como decirle a la persona que fue casi como mi hermana, que me mudaría, no quería que le sucediera lo mismo que me sucedió a mí cuando lo de Sheyla tan solo era un suposición, imagínala, mi mudanza estaba CONFIRMADA, debía hacer cualquiera cosa para que ella no cayera en ese mismo pozo sin fondo. Le abrí la puerta, tratando de parecer lo más tranquila posible.

-Jaz. –Se lanzó sobre mí, como siempre lo hacía. –Shey. –La abrase fuerte, tratando de que todo ese dolor que sentía desapareciera, seria en vano pero su abrazo pudo anestesiarlo. –Hey ¿Sucede algo? –Me miro a la cara, se daría cuenta que estaba triste, Frank evito que yo me largara a llorar, cuando nos interrumpió también saludando a Sheyla. -Ven, juntémonos arriba, así el teléfono no nos interrumpirá. –Caminamos hacia el cuarto de Frank, era una de las tres “sedes” donde nos reuníamos siempre, nos sentamos en el suelo, sobre la alfombra azulado y sobretodo limpia, Frank siempre era muy perfeccionista y eso implicaba ser limpió.- -¿Qué sucede?, no me asusten. –Debía hacerlo rápido y cortó, como cuando te quitaban una muela. –Shey. -¿Jaz? –Mmmm, me… -¿Jaz? –Yo… -Vamos niña escúpelo. –Voy a mudarme, para siempre. –Su boca quedó entre abierta, se llevo una mano hacia ella cubriéndola, sus ojos se llenaron de lágrimas, al igual que los míos. –Necesito… que me … prometas… -No me contuve más y la abrase. –No pueden apartarnos así, tan…, sin anestesia. –Busco demasiado esa palabra, para describir, como no estaban separando.

Lloramos por tres larguísimas horas, sin despegarnos de nuestro abrazo, cuando ambas nos calmamos por los consuelos positivos de Frank, decidí terminar lo que había empezado hablar y no pude finalizar.

-Necesito, que me prometas, que no vas a caer, en lo que yo caí, vas a comer, vas a dormir, vas a estudiar, y vas a seguir viéndote con los demás. Y por supuesto prométeme que me llamaras. –Se secó las lágrimas y tomó una bocanada de aire. –Por supuesto que si Jaz, pero no creas, que me iré, me quedare contigo pegada a ti, hasta que te vayas y te repitere una y mil veces, que eres la mejor persona que conocí junto a este tarado. –Señalo a Frank, que nos miraba atontado. –Hey. –Reprochó, y se acerco a nosotras, más bien se tiro sobre nosotras, abrazándonos.-

-Hagamos una pijamada. –Salto, gritando Sheyla, apartándose de los brazos de su amigo. –Pero sin pijama, porque lo olvide. –Nos reímos por la forma en que lo dijo, haciendo un puchero con los labios, mirando un punto fijo. -¿Podemos, Frank, podemos? – Zamarreando a Frank de la remera, como una niña pequeña. –Si sigues haciendo eso no. –Ella se detuvo. –Llama a tus padres y avísales, Jaz tu haz lo mismo, y yo también lo haré. No quiero que crean que las secuestre. –Shey, se levanto y tomo su teléfono, marcando el número de sus padres. -Eres muy débil, para lidiar, con nosotras dos. –Ambos nos levantamos del suelo. –Huy… que miedo. –Frank hizo que temblaba mientras bajaba a la cocina a hablar con sus padres, yo tan sólo de lo enfadada y adolorida que estaba les mande un mensaje a ambos, y apague el móvil.

Una vez que ella colgó su móvil, se giro y me miro. –Hoy, nos olvidaremos de que te irás, y disfrutaremos, solo eso, disfrutaremos, de que estamos juntos. ¿Entendido? -Entendido. –Sin derramar ninguna lágrima. ¿De acuerdo?. –De acuerdo.

Mi tristeza se había calmado al igual que el dolor, una vez que mande el mensaje, y supe que estaba rodeada por las personas que más amaba, y jamás me permitirían sufrir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario