21 dic 2010

Capítulo 17º: "Conociéndolo"

-¡Jazmine! –la voz de Dave, hizo que el anillo cayera en el cajón. La furia y las lágrimas, se mezclaban, me di la vuelta furiosa.

-¡Otra vez! , Dave ¡¿Por qué?!

-Yo…

-Me dijiste que no tenías novia, Dave. Volviste a mentirme. Y yo fui la idiota que me revolqué en tu cama.

-Jazmine, escúchame. -¡No ya no voy a escucharte más. No vuelvas a hablarme en tu vida!, vas a tener un hijo. DAVE.

-¡Jazmine, por lo que más quiera, escúchame! – se acercó a mí y tomo de las manos. –¡Suéltame! -forcejeé con él. –no quiero escucharte. Suéltame.

-Dijo que la sueltes. –La mano fría de Ojos de Miel, separo la de Dave, de la mía.

-Tú quien eres, para decir que la suelte.

-Él es quien debe cuidarme, no tengo porque explicarte nada. Y sabes ni siquiera quien eres tú después de este tiempo. No te me cruses, nunca más en mi vida.

-baje las escaleras rápido, tan rápido que me tropecé en el tercer escalón, las manos de él, me sostuvo por la cintura. -¿Estás bien?

-Me di la vuelta y lo mire, con los ojos llorando. Lo abrase. –Se que no nos conocemos, pero ¿Puedo pedirte algo? –Lo que quieras. –Sácame de aquí.

-me tomo la mano, y me llevo hacia el auto, ni siquiera sé por qué me tomo la mano, pero no quería entender nada.

Manejo por muchos lugares que no quería saber, levante las piernas, y hundí mi cabeza en ellas, y a la vez escondí mi llanto.

En 20 minutos luego mi teléfono comenzó a sonar, no podía negar a hablar a Sheyla ni a Frank. Atendí el teléfono.

-¿Dónde te metiste?

-Shey, no quiero hablar. Perdona.

-De acuerdo, sabes que yo respeto eso. Pero por lo menos dime por qué lloras.

-Dave. -¿Qué hiso? -Se va a casar y va a tener un hijo. Volvió a engañarme, cuando antes me prometió que no iba a volver a hacerlo. Y yo lo besé en … su cama.

-¿Lo besaste? -No tuvo sentido para mí eso. Era algo que quise desde que lo conocí. Pero para mí no significo nada.

-De acuerdo. Dejo que llores tranquila. Sabes que si necesitas algo, puedes llamarme.

-Está bien. Gracias.

-De nada. Adiós. –me despedí de ella y apague el móvil.

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-Jazmine.

-¿Qué? –note que el auto es frenado. Levante la cabeza y lo mire.

-Hace dese las diez de la mañana que no comes nada. ¿Qué quieres comer?

-Nada. –no tenía nada de hambre, tenía un nudo en el estómago.

-Lo preguntare de nuevo. –dijo sonriendo, tratando de contagiarme esa sonrisa. -¿Qué quieres comer?

-Nada. –Una hamburguesa será.

-No!, detesto las hamburguesas. -¿Qué quieres?

-Te dije, no tengo hambre.

-¿Un muffin y un café? –se acerco a mí, como para convencerme. No sé qué estaba haciendo, pero… me estaba haciendo bien, muy bien.

-De acuerdo. –baje la vista. Se bajo del auto, no pensé que estábamos cerca de un “Starbucks” y me abrió la puerta. Todo un caballero.

-El “Starbucks” estaba con poca gente, algunos trabajando en las mesas y otros en pareja.

-¿Qué quieres? –Lo que quieras, pero algo caliente. –Yo estaba helada, el clima lo era, era demasiado deprimente, el cielo nublado, y apunto de llover.

-Nos sentamos en una mesa que había libre en el rincón. Trataba de no pensar lo que ocurrió hace tres horas. –Quiero conocerte. –dije necesitaba distenderme, y conocerlo, era alguien que me intrigaba demasiado.

-Yo también, quiero conocerte a ti. –me sonrojé. El conocerme a mí, que podría interesarle una chica como yo, a un … hombre como él, tan caballeroso, y que parecía de una familia adinerada, con una educación muy … amplia. –Empieza tú. –Dije, debía analizar las preguntas en mi cabeza. -¿Qué odias más?, sé que te molestara la pregunta, pero me gustaría saberlo.

-Las mentiras y las hamburguesas.

-se me quedo mirándome. –¿Y qué respetas? El secreto o la mentira. Porque uno puede mentir por algún secreto.

-Puedo respetar que mientan por un secreto muy importante. Es preferible que me digan la mentira, pero no el secreto. ¿Tienes que decirme algo?, te veo como … Nervioso –sonreí tomando un poco del chocolate caliente. –Sí. –suspiro. –tengo que decirte algo.

-me quede petrificada en el lugar, deje la taza en el pequeño plato, y subí las piernas en la silla. –Pero, no me preguntes el “por qué”. –De acuerdo. –que me este ocultado algo, no me molestaba porque él si lo asumía y me lo estaba diciendo. –dime.

-Yo … no soy … guardaespaldas.

-¿No? –no me molesto en absoluto, porque si no lo era, aún seguía cuidándome, aún seguía allí.

-Necesitaba estar cerca de ti y cuidarte. –Pero ni siquiera me conocías.

-Es una larga historia, y no puedo decirlo. –Un secreto, es un secreto. Pero gracias.

-¿Gracias?, ¿Por qué? -Porque me dijiste la verdad, y yo … valoro eso.

-Me dedico una sonrisa. -¿Puedo preguntar algo más? –dije.

-Sí, luego es mi turno.

-Solo oí tu nombre una sola vez y ni siquiera sé si es ese tu nombre. –trate de no sonar como una despechada, o una histérica de la mentira.

-Sebastián Nelseen

-hermoso nombre. –Ahora tú. –dije, y volví a tomar un poco de chocolate, me moría de frío. El dolor de la cabeza por el llanto, se aflojo al igual que la hinchazón de los ojos. Mordí un trozo de muffin con chips de chocolates.

-Prefiero que me cuentes tu vida. –¿Mi vida?

-Sí. –No es muy … interesante.

-Para mí lo es, si se trata de ti. –el ardor se me subió a las megillas.

-De acuerdo. Tengo 16, casi 17. Tengo un padre maravilloso, y una madre igual que intento drogarme, -sonreí aunque no era muy gracioso. –Una hermosa hermana, llamada Selena de siete meses … -tome coraje, si bien odiaba las mentiras esto también debía decirle. Él me hacía sentir segura, me hacia confiar en él, por más que no lo conociera tanto. –Tengo … un hermano, llamado Damon, que desde que se fue a los 16 años, por una discusión con mi padre, no volví a verlo, solo sé que ahora trabaja en lo que le gusta que solo mis padres conocen, y a mí no me agrada sacar este asunto a la luz.

Me mude a Vermont, no por voluntad propia. Viví aquí desde pequeña, no recuerdo donde viví antes. Sheyla y Frank, son como mis propios psicólogos. Pase por muchos traumas en mi vida, que no me gusta hablar de ellos, pero Shey y Frank me ayudaron a salir. Me apasiona el baile, pero desde que me mude a Vermont, no bailo.

-Lo mire a los ojos, estaba muy concentrado en mi relato, mirándome con … ¿Dulzura?

-¿Qué?

-Eres muy hermosa. –Oh… por qué tuvo que haber dicho eso. Estaba hirviendo del sonrojo.

-Gracias.

-No hay que agradecer. –se quedo mirándome. – tu historia, es la mitad de lo que tus ojos demuestran.

-Lo mire confundida. –Tus ojos dicen, que eres una persona, segura de sí misma, miedo a los engaños, pura sinceridad.

-Segura de sí misma, no lo creo. ¿No dicen que soy torpe, que tengo dos pies izquierdos, que incluyo personas en mi vida que no son lo que espero?

-No, no lo dicen.

-Deberían decirlo.

-sonrió. -¿Los míos que dicen?

-No sé “leerlos”

-Haz un intento. –Lo mire fijo a los ojos. Y me atreví a decirles unas cosas. –Me dicen: Que eres un caballero, muy educado, que eres una persona con unos ojos preciosos color miel y una persona … muy hermosa. –Ya va! Era imposible quitarme el sonrojo de las mejillas.

-Gracias, mis padres estarán orgullos por lo de “muy educado”. –sonreímos.

-¿Puedo preguntarte algo muy … demasiado atrevido?

-Tú … ¿Tienes novia?

-No. –me sorprende demasiado que un chico tan guapo como él estaba soltero. –Soy el antiguo de la secundaria, el que al ponerse en pareja, no piensan en llevar a la cama a la otra persona. Soy él, que corteja a la mujer, le regala flores, la lleva de paseo. La enamora en simples palabras.

-Ya no existen hombres así. Pareces de otra época.

-Sí. –Hizo una sonrisa como torcida.-

RobSten Again ♥

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